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    Ponerle Sonido a Alquimia del Alma

    Nancy Pick

    El compositor Neil Leonard está sentado en su laptop, dándole forma al sonido del cristal.

    Para que esta nueva composición electrónica acompañe a Alquimia del Alma, Elixir para los Espíritus, él quiere ante todo transparencia, claridad. Toma una grabación propia tocando el saxofón—la que tiene el timbre adecuado—y quita todo excepto la "cola" del sonido, cuando la nota se difumina.

    Teniendo este tono puro como punto de partida, procede a remodelarlo digitalmente de la misma manera en que un soplador de vidrio da forma al cristal fundido. Utilizando un software especializado para compositores, al pulsar un par de teclas hace que la nota se intensifique en el medio; que se hinche tal y como el cristal azul se expande en la destilería de ron reimaginada de María Magdalena "Magda" Campos-Pons, antes de volverse a estrechar.

    Y de pronto está allí, claro y voluptuoso: el sonido del cristal.

    Quizás el espectador de Alquimia del Alma, Elixir para los Espíritus no establezca la conexión entre la forma del sonido y la forma del cristal al escuchar la composición de Leonard, pero para Campos-Pons y para él ese no es el punto.

    La pieza de Leonard es parte de la conversación que ellos han sostenido por casi treinta años y el subtexto de trasfondo es personal. No hay nada literal o directamente cubano en las obras que él crea para sus instalaciones. Al contrario, el propósito real de sus composiciones es, como él mismo dice, "conducirte a Magda."

    Es el trabajo artístico de Campos-Pons—sensual y profundamente poético y sumergido en la memoria—el que ha estado en el corazón de esta larga colaboración. Teniéndolo como punto de partida, ella y Leonard han creado una síntesis entre arte y música, entre lo afrocubano y lo americano, entre lo ancestral y lo electrónico. Han generado algo nuevo y completamente propio, tan sincrético como la mezcla que ha tenido lugar en Cuba misma, entre europeos, asiáticos y africanos.

    Este díalogo memorable entre Campos-Pons y Leonard comenzó cuando los dos artistas, de mundos infinitamente diferentes, se conocieron por primera vez en 1988.

    En los 1980s, era raro que los museos invitaran a artistas plásticos y compositores a crear juntos. Hoy, la situación ha cambiado dramáticamente. En años recientes, exposiciones interdisciplinarias, multimedia y que combinan géneros artísticos han visto un crecimiento explosivo en el mundo de los museos, gracias a la nueva tecnología y gustos que se van modificando. "La inmersión multisensorial ha reemplazado la contemplación desinteresada como meta en buena parte del arte" escriben Nina Levent y Alvaro Pascual-Leone en El Museo Multisensorial. En sus orígenes, la colaboración entre Campos-Pons y Leonard—llevando sonido al museo de artes plásticas—estaba bastante adelantada a su tiempo.

    Juntando Visión y Sonido

    Campos-Pons y Leonard fueron presentados mientras ella estudiaba en el Colegio de Arte y Diseño de Massachusetts, en los Estados Unidos. En ese momento, Campos-Pon estaba trabajando en una película—Rito de Iniciación/Rite of Initiation—donde, desde una perspectiva osada, reinterpretaba rituales religiosos afrocubanos a través de un lente personal. Se preguntaba quién podría componer una música adecuada para la película.

    Video | Film clip from Rito de Iniciación/Rite of Initiation, film, color, and sound, 31 minutes, Western Front, Vancouver, Canada. Courtesy of the artists.

    Una amistad le sugirió a Leonard, quien trabajaba en el laboratorio de nuevos medios del colegio y hacía paisajes de sonido electrónico. Él ya había visitado Cuba y tenía una impresionante colección de grabaciones cubanas. "Por entonces no tenía idea de que terminaría usándolas para un proyecto que duraría varias décadas"—dijo él, refiriéndose a las docenas de álbumes que trajo a casa—"Pero para mí resultaban mucho más valiosas que los tabacos."

    Campos-Pons le mostró su libreta de bocetos, que contenía imágenes de las escenas que pretendía representar. Luego se fue a filmar y él a componer. "Cuando reprodujo el primer fragmento de lo que había hecho para mí, me quedé maravillada" dijo ella.

    La composición de Leonard para la película de Campos-Pons utilizaba un caleidoscopio de sonidos para evocar la devoción religiosa, incluyendo agua corriente, campanillas, percusión tocada en un sintetizador y un muestrario que iba desde Jazz de vanguardia hasta la guitarra de Jimi Hendrix. "Le llamo el hijo bastardo de John Cage," dijo Campos-Pons, con una sonrisa, haciendo referencia al compositor experimental del siglo veinte.

    Desde entonces, Leonard ha creado acompañamientos sonoros para casi todos los trabajos de Campos-Pons. Mientras que sus orígenes no pudieran ser más diferentes—ella es descendiente de esclavos cubanos originarios de Nigeria y él es un protestante de la Filadelfia blanca suburbana—parte de su éxito como colaboradores radica en lo que tienen en común sus talentos. Ella sabe de música y fue una oboísta talentosa en su juventud. Él fue artista plástico antes de descubrir la música electrónica. (Al principio de su amistad, él hizo una fotografía extraordinaria de sus pies, con cruces blancas pintadas en sus plantas).

    "Hay cosas a las que Magda no puede llegar a través de lo visual," dice Leonard, quien tiene un máster del Conservatorio de Música de New England, en Boston y es Director Artístico del Instituto de Artes Interdisciplinarias del Colegio de Música de Boston Berklee. "Yo busco lo que ella no puede hacer y lo relleno con música."


    Figura 1 | Interiority (or Hill-Sided Moon), detail, 2003, translucent polymer, La Marrana Arte Ambientale, Italy. Shown as installed at La Marrana Arte Ambientale, Italy. Courtesy of La Marrana Arte.

    Sus colaboraciones los han llevado alrededor del mundo. En el 2003 crearon la instalación permanente Interioridad (o luna de la ladera) en la cima de una montaña en La Spezia, Italia, una pieza diseñada para ser disfrutada en la noche (Figura 1). Emitida desde esferas, la delicada música de guitarra de Leonard sugiere el tocar de una lira. Al año siguiente, Leonard y Campos-Pons crearon la instalación multimedia Hilos de memoria en un telar abandonado en Dakar, Senegal. Para ese sitio, el paisaje sonoro de Leonard resonaba con ritmos repetitivos que hacían eco del sonido de los telares (Figura 2).

    Figura 2 | Threads of Memory, 2003, mixed-media installation, cast cut polymer resin, mild steel, rebar, five projected video tracks, and stereo sound, collection of the artist. Courtesy of Indianapolis Museum of Art.

    Recientemente, los dos artistas han colaborado en piezas de performance que incluyen música procesional en vivo. En la Bienal de Venecia del 2013, Campos-Pons hizo una entrada espectacular, vestida como una reina renacentista transcultural y dirigiendo una banda de músicos afrocubanos a través de la Basílica de San Marcos. Leonard hizo el arreglo de gran parte de la música.

    Video | Maria Magdalena Campos-Pons with Neil Leonard and members of Los Hermanos Arango, performance of 53+1=54+1=55/Letter of the Year, at Piazza San Marco at the 55th Venice Biennale, 2013. Courtesy of the artists.

    A lo largo de su carrera, Leonard ha presentado su trabajo Totems en el Carnegie Hall, ha dirigido conjuntos de música contemporánea y ha sido afiliado de investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). También ha grabado diversos álbumes, incluyendo Mil maneras en el 2014, donde aparecen composiciones hechas en colaboración con Campos-Pons.

    Si sus instalaciones de sonido electrónico comenzaron en los 1980s como algo de cierto modo alternativo, ya para los 2010s Leonard estaba en buena sincronía con el zeitgeist. Los museos habían comenzado a combinar las artes plásticas y el sonido de forma innovadora al incluir, por ejemplo, presentaciones corales en vivo en una exposición de pintura o al enriquecer una exposición de fotografía con música tocada utilizando instrumentos hechos de objetos encontrados cerca del sitio representado.

    En el 2015, el Museo de Peabody Essex se hizo parte de esta tendencia al comisionar dos instalaciones de sonido a Leonard que acompañan la exposición Alquimia del Alma: una para la entrada y otra para las galerías. Esta vez, para hacer las grabaciones en vivo que Leonard requería, él y Campos-Pons necesitarían regresar a Cuba.

    Video | A record player spins out the sounds of Cantos del Muelle—Songs of the Docks with vocals by Rafael "El Niño" Navarro Pujada. Video by Chip Van Dyke/PEM.

    Cantos del Muelle—Songs of the Docks

    Los visitantes de Alquimia del Alma entrarán de forma dramática al Museo de Peabody Essex: abordarán un ascensor de carga. Para ese espacio, Leonard concibió una instalación de sonido inusual. El proceso comenzó con grabaciones que hizo en Matanzas, una ciudad en el noroeste de Cuba que es famosa por su Rumba y la región en que Campos-Pons pasó parte de su niñez. Allí, Leonard grabó al cantante Rafael "El Niño" Navarro Pujada, en la sala de su casa. "Quería lo mejor de lo mejor" dijo Leonard—y Navarro es la voz icónica de la rumba afrocubana. Él está presente en muchas grabaciones, incluyendo La Rumba Soy Yo, laureada en los Grammys.

    La rumba que interpreta Navarro no se debe de confundir con la versión más suave, para baile de salón, que conocen muchos americanos. La rumba real, la rumba folklórica cubana, tiene raíces bien afincadas en suelo africano. Esta música está compuesta por dos niveles distintos y contrastantes: las voces y la percusión. La melodía del cantante, en español, flota encima de aquello que los críticos describen como el toque de tambor más excitante y complejo rítmicamente que el mundo haya escuchado.

    Video | Los Güiros de San Cristóbal, a traditional Cuban folkloric ensemble, perform in the port of Regla, Havana, Cuba. Video by Chip Van Dyke/PEM.

    Para Cantos del Muelle, sin embargo, Leonard no estaba interesado en los tambores. Sentía que el compás energizante de la rumba discrepaba con el estilo del ingenio de cristal soplado de Campos-Pons, que transmite cierta delicadeza; una calma. De modo que grabó a Navarro de una forma en que probablemente nunca fue grabado antes: cantando a cappella.


    Figura 3 | Publicity photo for Los Muñequitos de Matanzas in the 1950s. Re-photographed by Walter Silver/PEM.

    Leonard también quería que la experiencia del ascensor evocara los 1950s—la época en que la banda de Navarro, Los Muñequitos de Matanzas, se fundó (Figura 3). Como telón de fondo para la exposición, tuvo la idea de colocar un tocadiscos antiguo en el ascensor que tocaría un disco de vinil de 45 rpm—la Cara A hacia arriba y la Cara B hacia abajo. Cada viaje en el ascensor de carga—que es enorme y lento—demoraría al menos un minuto, embarcando simbólicamente al visitante en un viaje de ida y vuelta a Cuba. Como los álbumes se desgastarían por su continua reproducción, decidió producir 1000 copias de la grabación.

    Para Campos-Pons, las cuatro canciones que Navarro canta en el álbum del ascensor representan un puente a su juventud en Cuba. Ella se sabe todas las letras y su madre fue amiga de uno de los primeros congueros de la banda. Así como los miembros originales de la banda, Navarro—quien se unió a ella en los 1970s—procede de un barrio negro de la segregada Matanzas. La rumba es música de la calle y generalmente hay cierta dureza detrás de la gracia tan cubana que tienen los rumberos que la interpretan, dice Leonard. Descendiente de esclavos, los rumberos cubanos originales eran los más pobres entre los pobres, viviendo en pensiones urbanas; en ruinas llamadas solares. En el puerto de Matanzas, los hombres usualmente encontraban trabajo en los muelles. Cuando llegaba un barco, se les encomendaba la descarga de su mercancía y el abastecimiento de su bodega con sacos de azúcar y barriles de ron. El trabajo era intenso, agotador; pero entre los turnos de trabajo en los barcos habían pausas y ahí era cuando la música comenzaba.

    Los miembros originales de Los Muñequitos de 1952 eran trabajadores del muelle y jornaleros que se reunían en un bar llamado El Gallo, en el distrito de cabarés de Matanzas. Cuando sonaba una canción en el tocadiscos, los hombres comenzaban a acompañarla percutiendo en botellas y mostradores con cucharas o con lo que les quedara a mano. Su ritmo era tan bueno que la gente en el bar les aplaudía y así decidieron que debían formar una banda. Estos músicos se hicieron famosos dentro y fuera de Cuba. Realizaron varias giras en los Estados Unidos, siendo la más reciente en el 2011. La banda ha estado junta por tanto tiempo, que algunos de sus miembros actuales son nietos de los músicos originales.

    A pesar de que la Rumba cubana nació de la esclavitud y las penurias, su tono optimista está liberado de todo resentimiento. En la Cara A del álbum del ascensor Navarro canta con su voz áspera y cautivadora:

    Nosotros los Matanceros cuando cantamos
    Cantamos con ritmo alegre y buen compás.

    Como señaló la musicóloga cubana y productora de Los Muñequitos Caridad Diez, aquí no hay enfado en las letras. Los esclavos que fueron traídos de Nigeria a trabajar en las plantaciones de azúcar de Cuba tenían un espíritu irreprimible. A pesar de haber sido separados de todos y todo lo que conocían, ellos "aprendieron a amar este país . . . y trabajaron para crear una gran cultura."

    Mientras que el toque de la Rumba tiene raíces en el Congo, la forma musical es una creación completamente cubana. Los antiguos esclavos inventaron esta forma musical fabricando sus instrumentos con lo que les quedara a la mano: claves hechas con las clavijas de madera de los barcos, tambores de cajón improvisados con cajas de bacalao, congas que salen de barriles. "A pesar de su carácter africano, la rumba (como el blues) no es una copia intacta de la música de otra tierra," escribe el compositor y musicólogo Ned Sublette en Cuba y su música. "No hay lugar en África a donde se pueda ir y escuchar la rumba, aunque sí se pueden oír cosas que la recuerdan. La rumba es una tradición cubana sincrética, en la cual uno puede sentir la creatividad de los africanos adaptándose a sí mismos a su entorno hispánico."

    Otra canción que Navarro canta en el ascensor, "El Yerbero," es especialmente familiar para Campos-Pons. En la canción, un niño le dice a su madre emocionado que oye venir al vendedor de hierbas y el hombre comienza inmediatamente a pregonar las curas:

    Ponasi yo traigo, Señora,
    Rompe saragüey para los brotes,
    Vetiver para el que no ve.

    "Conozco esta canción y me sé la historia" dice Campos-Pons. "Mi padre era yerbero. Yo solía ir al campo con él a recoger plantas." Puede que el vetiver no cure la ceguera, pero en la herbología cubana la aromática hierba es usada para tratar los problemas de los ojos. Y en cuanto al rompe saragüey (Chromolaena odoratum, un arbusto de la familia del girasol), "esa planta es poderosa," dice ella.

    Video | Rafael "El Niño" Navarro Pujada sings a portion of the audio captured for Cantos del Muelle. Video by Chip Van Dyke/PEM.

    La interpretación de "El Yerbero" de Navarro se conecta también con la obra toda de Campos-Pons. En 1994, hizo la instalación Las herramientas del yerbero como tributo a su adorado padre (Figura 4). Colocó pequeñas mesas de madera adornadas con yerbas frescas en la galería. Entre ellas estaban estructuras altas como palmas, rematadas con una vasija clara de agua que era ofrecida a los espíritus ancestrales, aludiendo a la Santería, la religión afrocubana.

    Figura 4 | The Herbalist's Tools, 1994, mixed-media installation, collection of the artist. Shown as installed at Indianapolis Museum of Art. Courtesy of Indianapolis Museum of Art.

    De esta forma, la canción del ascensor contiene diferentes niveles de significado. Como dice Campos-Pons, "es como pelar cáscaras." Las canciones que interpreta Navarro están conectadas con el pasado de Campos-Pons, con su arte, con su religión africana ancestral e incluso con las rutas de comercio que conectaban a Cuba y Massachusetts.

    "Navarro cargó barcos que llegaron al puerto de Boston con sacos de azúcar," dice Campos-Pons. "Aquí en Boston uno consume el azúcar, se toma el ron, pero nunca oye las voces de la gente que los produjeron. Poner su voz en un ascensor en Salem es un bello gesto de negociación cultural."

     

    Sonidos para Alquimia del Alma

    Además de Cantos del Muelle, Leonard fue comisionado para componer un trabajo más grande y complejo, titulado Sonidos para Alquimia del Alma, que rodeará la instalación escultórica de cristal de Campos-Pons. Al describir lo que ella quería que Leonard trasmitiera en esta pieza, Campos-Pons compuso una especie de poema en prosa:

    Vacío y plenitud. Masa que existe de una manera, traducida a otra forma. Un líquido que desciende por un canal estrecho. Transparencia. El deterioro herrumbroso de una superficie. Un sentimiento espectral.”

    Con su aporte en la colaboración, Leonard traduce ese concepto en música. Sus instalaciones sonoras son tejidos electrónicos que yuxtaponen muestras de sonido tomadas de diferentes fuentes. Entrelaza esas hebras utilizando el software Logic Pro X, diseñado para compositores profesionales. Las posibilidades de manipulación digital del sonido son tan amplias y complejas que el diapasón es casi infinito.

    En su laptop, Leonard convirtió primeramente su nota de saxofón en algo parecido al cristal. Luego quería añadir voces. Como con cada una de sus colaboraciones, procuró dar al sonido y la música una nueva dirección. Para Alquimia del Alma, una de sus metas fue aportar un sentido de vitalidad a la instalación. "La escultura luminiscente y colorida de Magda evoca la presencia de la gente que trabajó en las fábricas de azúcar y las destilerías de ron," dice Leonard. "Añadir voces otorga al trabajo otra dimensión, una dimensión que no tendría si la instalación fuera silente. En este contexto, el silencio es casi como una tumba. Pero queremos dar la impresión de que la pieza está respirando."

    En los archivos de sonido de Cuba encontró un punto donde Navarro, en el curso de la entrevista, menciona dos palabras importantes para la exposición: cargar sacos—sacos llenos de azúcar. En su juventud, Navarro trabajó como ayudante de estibadores en los muelles de Matanzas, cargando los barcos de azúcar. Leonard editó la grabación, filtrando el ruido de fondo e insertó estas palabras junto a la nota del saxofón.

    Una vez hecho esto, seleccionó un segundo archivo de voz que había compilado: una grabación de Ana Pérez Herrera, otra de los cantantes principales de Los Muñequitos. "La reproduje para Magda," dice Leonard. "A ella le gustó. Le gustó tener una voz de mujer; una voz tan femenina."

    Sin embargo, Pérez cantaba demasiado rápido para la atmósfera de serenidad que Leonard estaba buscando. Quería suavizar el ritmo. "Podría hacer que parte de la canción de Ana durara el doble. ¿Qué tal si le extendía el tiempo a todo?" Trató de disminuir la velocidad de la frase entera, pero entonces las palabras sonaban distorsionadas. Entonces, tomó otro camino, prolongando solo el final de la frase, después que sus labios se habían dejado de mover. "De esta forma no suena poco natural, sino que hace más lentos tus pensamientos. Hacer que tu mente se calme para que puedas captar lo que está ahí."

    Con eso, había conseguido crear lo que quería: una especie de respiro. Y ese era solo el comienzo. Finalmente, su Sonidos para Alquimia del Alma juntaría muchos elementos, incluyendo el sonido del ron circulando entre vasijas de cristal, voces cubanas, percusión, un canto lento, distante y el sonido ambiente de los campos cubanos donde una vez creció la caña de azúcar.

    "Algo que Neil hace maravillosamente es tomar fragmentos de música tradicional cubana y transportarlos al siglo veintiuno," dice Campos-Pons. "Este Yankee, con un oído tan abierto y sensible, es capaz de destilar la música afrocubana y obtener algo diferente."

    Si bien este proceso de destilación es muy cubano—y muy adecuado para Alquimia del Alma, Elixir para los Espíritus—la perdurable colaboración entre Campos-Pons y Leonard también aporta un elemento de sanación a través del arte, dado que las heridas de la historia, la política y la raza son profundas entre Cuba y los Estados Unidos.

    "Él es un niño de la era de Kennedy, yo soy una niña de la era de Castro," dice Campos-Pons, refiriéndose a la niñez de ambos cuando la Guerra Fría; cuando el presidente americano John F. Kennedy y el Primer Ministro cubano Fidel Castro eran enemigos acérrimos. "Neil viene del lado del explotador, yo vengo del lado de los esclavos. Lo que hemos conseguido a través del casamiento y del arte es crear una mezcla, una combinación, aportar un resarcimiento histórico, una disculpa y un abrazo."