• Joshua Basseches
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    Joshua Basseches

    El año 1988 representó un momento de cambio para Campos-Pons, que probaría ser uno de los más importantes de su vida. En la primavera, participó en un programa de intercambio de estudiantes entre Cuba y los Estados Unidos—la primera vez que salía de Cuba, a un país extranjero. Fue seleccionada para cursar estudios graduados en el semestre de primavera del Colegio de Arte y Diseño de Massachusetts (MassArt). Una vez en MassArt, Campos-Pons se expuso a un rango de enfoques artísticos nuevos, que incluían la fotografía, la videografía y la instalación, así como a una gran variedad de personas y perspectivas. También conoció a Neil Leonard, músico y compositor con quien se casaría más tarde, en 1989. Leonard ha sido un colaborador artístico invaluable a lo largo de la carrera de Campos-Pons, incluyendo ahora Alquimia del Alma, Elixir para los Espíritus.


    Figura 11 | The Offering of My Own Blood, 1989, mixed media, 118 1/8 × 192 7/8 in. (300 × 500 cm), Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana (National Museum of Fine Arts of Havana), Havana, Cuba. Courtesy of Indianapolis Museum of Art.

    Al final del programa de MassArt, en el otoño de 1989, Campos-Pons regresó a La Habana. Le ofrecieron y, luego de mucha consideración decidió aceptar, el puesto de vice-presidenta del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, una institución estatal. A la par, continuaría su propia práctica artística y seguiría exhibiendo. A pesar de que el trabajo de Campos-Pons de los 1980s había abordado temas relacionados con la desigualdad de la mujer, su experiencia en Boston la llevó a considerar un grupo más amplio de cuestiones sociales y políticas. Un ejemplo prominente es La Ofrenda de mi Propia Sangre (1989), que ahora se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana (Figura 11). Esta pieza refleja su orientación cada vez más politizada hacia las directrices del gobierno de Castro y su continuo compromiso de utilizar su arte como una forma de comentario social. En el caso de La Ofrenda de mi Propia Sangre, el tema era la guerra civil angolana y el número de jóvenes cubanos que estaban muriendo como parte de la intervención de Cuba en ese conflicto. Uno de los que luchó y murió en Angola fue su propio primo. Reflexionando sobre ese momento, Campos-Pons observa:

    Los cubanos estaban muriendo en África, luchando para liberar a los africanos de la opresión… Necesitaba hablar sobre este modo de entrega y de lucha para apoyar un país que no es el tuyo, pero que sí está vinculado contigo a través del linaje, de la historia, de tus ancestros.”

    Se puede ver en esta declaración y en su obra como un todo, una creciente preocupación artística sobre temáticas relacionadas con la justicia y una conexión con África y con los nexos ancestrales que caracterizaría cada vez más el trabajo de la artista a lo largo de los 1990s. Esta pieza es primordial, no sólo por su contenido, sino por su forma artística. La Ofrenda de mi Propia Sangre representa una figura humana en posición fetal recubierta por lo que parece ser un enorme corazón humano. El corazón está perforado por estilizadas lanzas y la figura dentro de éste, por cuchillos. El trabajo refleja la continua trayectoria de Campos-Pons, en donde hay un alejamiento del enfoque pictórico tradicional para dar paso a un abanico de tratamientos del medio y de la superficie. Ella dice: "Es una pieza que es casi un relieve. Es una especie de collage que sale de la pared. Una especie de tableau vivant... hay muchos, muchos niveles de materiales, niveles de superficie."

    El involucramiento con la guerra civil angolana no era de ninguna manera el único problema, o el más significativo, que estaba enfrentando Cuba. En abril de 1989, Mijaíl Gorbachov hizo una visita a la isla y dejó entrever el fin inminente de las décadas de apoyo financiero y técnico que la República Socialista de la Unión Soviética (URSS) había proveído a Cuba. La pérdida de este apoyo tendría un impacto devastador sobre Cuba, cuyo inicio es marcado por lo que se conoció como Período Especial (Período Especial en Tiempo de Paz), declarado por Castro en el verano de 1990. Cuba, proclamó Castro, sólo sobreviviría operando bajo las provisiones para el tiempo de guerra. Como Weiss describe sucintamente, "económica, ideológica, logística y psicológicamente, Cuba tuvo una implosión." Casi de un día para otro el contexto más permisivo de los 1980s que había inspirado tanta fermentación artística, cultural e intelectual, se desvaneció. Para Campos-Pons, este fue un golpe contundente. No sólo puso en tela de juicio su capacidad para proseguir con su arte, sino que la dejó sintiéndose insegura personalmente. En su puesto de vice-presidenta del Consejo, se le había dado la instrucción de censurar una exposición de vanguardia que incluía caricaturas de Castro y, junto con otros líderes del Consejo, ella rehusó a hacerlo. Ella recuerda: "Se me pidió que quitara el show. Me dijeron que era una orden. Les dije que no estaba en el ejército y que no cumplía órdenes."

    Campos-Pons recuerda vívidamente el momento exacto en que llegó a la conclusión de que necesitaba emigrar. En julio de 1989, el Mayor General Arnaldo Ochoa, el comandante más popular del ejército en Cuba, fue arrestado con otros tres oficiales por cargos de contrabando de drogas. Luego de un breve juicio, los cuatro fueron ejecutados por un pelotón de fusilamiento. Ella recuerda haber visto esos eventos televisados, así como su reacción ante ellos: "tenía el presentimiento de que esta exposición, con toda su parodia a Castro, era casi como una puerta abierta para parodiar a Castro, cuando todos los generales que tenían armas lo estaban haciendo de verdad." En los meses que siguieron, Campos-Pons y su colega artista José Bedia recibieron invitaciones a participar en la prestigiosa beca de artes plásticas del Banff Centre for the Arts (Centro Banff para las Artes), en Alberta, Canadá. En ese momento de contienda política, ella decidió aceptar la invitación y hacer planes para partir. Reflexionando sobre esa decisión, susurra: "Nunca regresé de Canadá. Nunca regresé a Cuba." Al partir, Campos-Pons se sumaba no sólo a Bedia, sino también a Tomás Sánchez, a Ricardo Brey, a Rubén Torres Lorca y a la mayor parte de la generación de artistas plásticos cubanos entrenados durante los 1980s, que emigró del país durante esos años.

    Las experiencias de Campos-Pons como estudiante de intercambio y como émigré, a finales de los 1980s y principios de los 1990s afectaron materialmente el camino de su práctica artística a muchos niveles y la ayudaron a lanzar la segunda gran fase de su carrera. La partida de Cuba y la llegada a Norte América, además de ofrecerle la bienvenida en términos de libertad y oportunidades, generaron también una inmensa dislocación y disrupción en Campos-Pons, engendrando lo que Enwezor acertadamente refiere como un "doble exilio." El primer exilio fue el Pasaje Medio, que reubicó forzosamente a los bisabuelos Yoruba de Campos-Pons, para que trabajaran como esclavos en las plantaciones de azúcar. El segundo fue el exilio emprendido por la propia artista, primero en Canadá y luego en los Estados Unidos—una jugada que inhabilitó su regreso a Cuba por más de una década. El resultado fue un creciente enfoque en una serie de problemáticas relacionadas con la dislocación, la identidad personal y el cuerpo negro, particularmente el propio cuerpo de la artista. Su gran preocupación acerca de la justicia racial es avivada aún más por una creciente consciencia del nivel de prejuicio racial estructural que se cocía debajo de la superficie en Cuba, lejos del discurso público. Al mismo tiempo, su exposición a un gran rango de materiales y técnicas artísticas nuevas, en Boston, influenció los aspectos técnicos y de composición en la práctica de Campos-Pons. El foco principal en la pintura había desaparecido, a la vez que la fotografía, el grabado, la videografía y métodos orientados a la instalación de medios mixtos informaban ahora sus iniciativas artísticas, de nuevas maneras. Este giro se puede ver mejor al examinar algunas de sus obras seminales de este período.

    De 1990 a 1991, Campos-Pons se vio sometida a trámites burocráticos que le asegurarían una visa a los Estados Unidos. Este proceso le abrió los ojos a los tantos problemas asociados con navegar y cruzar fronteras. ¿A quién le era permitido viajar y asentarse en otro lugar y por qué? ¿A quién le era prohibida esta oportunidad? ¿Quién controla las fronteras? Un grupo de temáticas relacionadas con Cuba, la isla solitaria en conflicto con su vecino que está a noventa millas, cruzando el estrecho de la Florida, actuaban constantemente de trasfondo; incluso en un momento en que el comunismo al estilo soviético se estaba desmoronando. Estas preocupaciones aparecen expuestas en una instalación de pared, de medios mixtos, llamada Certificado de Nacimiento (1991) (Figura 12). Certificado de Nacimiento está compuesta por diez imágenes xilográficas de las huellas digitales de la artista, enmarcadas por dos imágenes agrandadas de las palmas de sus manos derecha e izquierda. En tanto pieza que tiene que ver con cruces y límites, la mano y sus huellas están a su vez circunscritas por divisiones. Una franja horizontal de madera pasa por encima del marco que contiene los grabados de las huellas digitales y otra franja de lozas de cristal atraviesa la pieza por debajo, como si fuera una cerca. Talladas en la madera, en español, e impresas en el cristal, en inglés, aparecen las palabras de un poema de la escritora y periodista cubana Mirta Aguirre, que Campos-Pons extrae de su memoria, de cuando tenía catorce años. El verso, tal y como la artista lo inscribió, se lee: "INCLUSO SI MIS MANOS ESTAN APRETADAS POR EL FANGO, MIS HUELLAS DIGITALES SON MIAS. DEJAME SER YO MISMA, DEJAME BUSCAR SOLA." La elección del cristal en la franja de abajo está pensada para comunicar fragilidad y vulnerabilidad, haciendo referencia particularmente a su inseguridad con el idioma inglés. Tal uso del cristal puede ser visto repetidamente en el trabajo de Campos-Pons, tanto por razones metafóricas como estéticas y es notable en Alquimia del Alma, Elixir para los Espíritus.

    Figura 12 | Birth Certificate, 1991, mixed-media installation in five sections, approx. 31 × 19 ft. 8 in. (78.7 × 599.4 cm), Karen Moss and Dennis Livingston Collection. Courtesy of Indianapolis Museum of Art. Photo by Thomas Gustainis.

    Una segunda obra importante en esta fase de la carrera de Campos-Pons, que ilustra las preocupaciones cambiantes y el proceso de la artista, es Los Siete Poderes Vienen por el Mar, exhibida por primera vez en el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston, en 1992. Este trabajo refleja el nuevo foco expansivo, intenso, que Campos-Pons pone en su linaje africano, a la par de su deseo de explorar nuevos modos de expresión que se muevan más allá del arte que se cuelga en la pared. Los Siete Poderes Vienen por el Mar compila una serie de paneles de seis pies de altura tallados en la forma de los planos de cubierta de una embarcación de esclavos (Figura 13). Inscritas en los paneles aparecen filas y filas de figuras que ocupan cada pulgada cuadrada de espacio y que reflejan los planos de cómo los esclavos eran transportados a través del Pasaje Medio. Al pie de cada panel está el nombre de uno de los orichas o dioses del panteón de la Santería. En la instalación original en Boston, estos orichas son también representados con siluetas de madera pintada, posicionadas entre los paneles: se incluyen orichas hombres como Changó, Obatalá, Ochosi, y Oggún junto a las orichas Oshún, Oyá, y Yemayá. Los materiales que Campos-Pons utilizó para pintar las siluetas—cera, ceniza, conchas, cuentas africanas y tierra—fueron recojidos en diferentes lugares de Cuba, Canadá y los Estados Unidos y reflejan su preocupación por el lugar, la geografía y el desplazamiento. Finalmente, la artista coloca frente a los paneles, en el suelo, una veintena de fotografías pequeñas, enmarcadas. Cada una lleva el retrato de una persona negra no identificada de Cuba o de los Estados Unidos. Haciendo un comentario sobre la instalación, Campos-Pons observa: "Cuando hice este trabajo, encontré una ilustración del fondo de las embarcaciones de esclavos. Estaba interesada en cómo los cuerpos de los esclavos estaban distribuidos en la nave. Es estremecedor que haya tanta belleza en una cosa tan horrible—en esa ilustración del suelo de la embarcación." En esta observación aparece nuevamente un hilo conductor que está presente a lo largo de gran parte del trabajo de Campos-Pons: la yuxtaposición de belleza y cueldad.

    Figura 13 | The Seven Powers Come by the Sea, 1992, mixed-media installation in seven sections, each section approx. 70 × 3 in. (182.9 × 7.6 cm), Vancouver Art Gallery Acquisition Fund. Shown as installed at Vancouver Art Gallery. © Vancouver Art Gallery. Photo by Rachel Topham.

    La coincidencia del nacimiento de Campos-Pons en 1959, el año de la Revolución cubana, conlleva a que su biografía se haya desarrollado en una estrecha cadencia con el desarrollo político y social de la Cuba del último medio siglo. Así mismo, su carrera madura mapea de una forma muy interesante el alza de la globalización y el impacto del mundo globalizado en el arte contemporáneo. Los teóricos apuntan a menudo a la caída del Muro de Berlín en 1989 y la desaparición del comunismo al estilo soviético como marcadores del comienzo de la era globalizada. Este es también, precisamente, el momento en el que Campos-Pons estaba emigrando de Cuba a Norte América. Su desplazamiento fue precipitado por asuntos geopolíticos tales como el incremento de la presión hacia Cuba con la caída de la Unión Soviética y el aumento concomitante de oportunidades para un artista cubano disponibles afuera. Es útil considerar la carrera artística de la Campos-Pons que partió de Cuba, a la luz de un discurso más amplio, de globalización.

    La venida de Campos-Pons a los Estados Unidos, como se mencionó previamente, actuó como un catalizador de nuevas preocupaciones artísticas. Temas relacionados con el exilio, o mejor se pudiera decir, con el doble exilio inducido por sus sentimientos de dislocación con respecto a Cuba fueron priorizados, en comparación con las preocupaciones de orientación feminista que habían predominado en su trabajo cubano.

    Certificado de Nacimiento y Los Siete Poderes Vienen por el Mar, junto con la mayoría de sus otras piezas de los 1990s, exploran su herencia y ancestros afrocubanos, creole y africanos en el contexto de la emigración forzada. "La separación de Cuba y la reubicación en los Estados Unidos" observa Enwezor "sitúa la ya rota coherencia de la herencia afrocubana de Campos-Pons—una fuente espiritual y conceptual importante—en un mayor cataclismo. Esta segunda dislocación no sólo revivifica, sino que también intensifica y clarifica la importancia mnemónica de la iconografía de la pérdida." Esta cualidad de dislocación acarreó muchos aspectos competitivos y conflictivos. Basada en Boston ya en 1991, Campos-Pons experimentó una total exposición al mundo globalizado con sus características de estructura de redes e interconexión. El sociólogo Anthony Giddens en Las Consecuencias de la Modernidad define este estado globalizado al referirse esencialmente a:

    . . . ese proceso de dilatación en que, hasta la fecha, los modos de conexión entre diferentes contextos o regiones sociales se interconectan a través de la superficie de la tierra como un todo. La Globali[s]ación puede, por tanto, ser definida como la intensificación de las relaciones sociales universales, que conectan localidades distantes de manera tal que los acontecimientos locales son moldeados por eventos que ocurren a muchas millas de distancia y viceversa.

    Pero, incluso cuando Campos-Pons estaba experimentando ese "proceso de dilatación" en Boston, su sentido de dislocación fue amplificado porque Cuba, su familia y las tantas conexiones con su pasado estaban en gran medida amputadas del entorno globalizado. Incluso cuando Cuba está situada cerca de la costa de la Florida, puede estar también a miles de millas de distancia. Debido al embargo de los Estados Unidos y las restricciones de viaje internas cubanas, a la artista le fue imposible regresar a su hogar, ni siquiera para visitar, durante este período. La nación insular toda estaba vedada, de forma significativa, de lo que el teórico Martin Albrow ha planteado es un pilar esencial de la globalización: la diseminación activa de las prácticas globales. Esas presiones dicotómicas encontraron una válvula de escape en la práctica artística de Campos-Pons de los 1990s.

    Como fue señalado con anterioridad, Gilroy ofrece un punto de ventaja desde el cual considerar el trabajo de Campos-Pons; primero en su ensayo "Estudios Culturales y Absolutismo Ético" y luego, detenidamente, en su libro El Atlántico Negro: La Modernidad y la Doble Conciencia. Este último aborda una gran variedad de tópicos relacionados con la modernidad y con la experiencia negra; en particular, con el contexto geográfico, histórico y cultural de los africanos, reubicados a través de Europa, las Américas y el Caribe. El concepto de Atlántico negro está pensado para capturar una variedad de aspectos culturales, espaciales y temporales de la Diáspora africana. Es un espacio físico y conceptual "cruzado continuamente por el movimiento de gente negra—no sólo como mercancía, sino involucrados en varias luchas por la emancipación, la autonomía y la ciudadanía [como] un medio para reexaminar los problemas de la nacionalidad, la ubicación, la identidad y la memoria histórica." La metáfora particular de Gilroy para capturar este proceso de entrecruzamiento es un barco en el mar: específicamente, una embarcación de esclavos llena de carga humana abriéndose paso desde África a través del Atlántico. Tales naves, argumenta Gilroy, son los medios vivientes a través de los cuales se unificaban los puntos dentro del mundo atlántico. Por extrapolación, esos puntos también proveen un conjunto de ubicaciones espaciales que forman un trasfondo para el trabajo de una artista en "doble exilio."

    La metáfora de la embarcación de esclavos de Gilroy es particularmente apropiada a la hora de considerar la intención de Los Siete Poderes Vienen por el Mar de Campos-Pons, de 1992—el año en que se publicó el primer ensayo de Gilroy. Cada una de las siete tablas en la instalación, cuidadosamente inscrita con su carga de hombres, mujeres, niñas, niños y bebés, como los describe Campos-Pons, es una interpretación poética y artística de la embarcación de esclavos de Gilroy surcando las aguas del Atlántico negro. Teniendo muy claras en la mente la imagen de Los siete poderes y la metáfora del Atlántico negro, la caracterización de la artista que hace Enwezor parece especialmente relevante: "Campos-Pons es heredera de la tirante historia del Pasaje Medio," escribe él, "ella ha submitido el peso de sus posibilidades históricas y teóricas a algunas de las reflexiones artísticas más mordaces, poéticas y radicalmente introspectivas sobre la voluntad desplazada de los africanos en las Américas."